SAMATO

Por Santiago Martinez Torres

Democracia: Una creencia fuera de contexto.

Estamos en una verdadera democracia?

 

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Intento resumir en varias frases a dónde hemos llegado con la aplicación de la democracia en los países con extrema pobreza y escasa educación. México ocupa el puesto 67 de 167 países analizados por el índice de Democracia según la Unidad de Inteligencia del Economista. Parece un puesto decente, sin embargo nos sitúa en una democracia en proceso de consolidación.

Abraham Lincoln (1808-1865), ex presidente de EEUU, se pronunció con respecto a ella: “La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”.  Yo estoy de acuerdo, pero cuando veo el calendario que está encima de mi despacho, 28 de Abril del año 2017, Boca del Río-Ver. México. Me pregunto: ¿Esto es lo que tenemos en México?

fdadaca83694bee6280916a36e731db2_articleProbablemente la respuesta es no. Me doy cuenta entre los libros que siempre me acompañan que fue George Bernard Shaw (1856-1950), escritor irlandés, quién nos advirtió: “La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos”. Contundente en su apreciación, somos nosotros y no otros los que elegimos, lo que tenemos es fruto de una mayoría de votos. George fue más allá cuando explico: “La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección hecha merced a una mayoría incompetente”. Recuerdo cuando llegue a este país en 1982 con las famosas lágrimas de Portillo y su frase de “Defenderé el peso mexicano como un perro”, que al platicar en diferentes círculos sobre la política en esta nación, me dictaron una sentencia, por todos entendida, que era renuente a creer, el máximo poder en México lo tiene que ostentar quien más debe, a todos les conviene, de esta forma pueden cobrar sus deudas o verse favorecidos por los compromisos adquiridos.

Hoy la democracia en si tiene unos derechos legítimos que deberían cuidar de todos, tratándonos como iguales y sobre todo teniendo derecho a las mismas oportunidades. La realidad es diferente, hoy la democracia se utiliza para generar propuestas que benefician a un círculo cerrado que mantiene el poder. Un círculo que es capaz de todo para obtener sus propósitos que generalmente tienen dos principios fundamentales, mantenerse y generar dinero.

Les definiré claramente que somos en la actualidad: “Los Estados Unidos Mexicanos es una nación democráticafederal y laica, cuyo gobierno está basado en un sistema presidencial o congresista en el que el presidente de México es el jefe de Estado, en un sistema pluripartidista. El gobierno federal representa a los Estados Unidos Mexicanos y está repartido en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, de acuerdo a lo establecido por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicada en 1917. Los estados constituyentes de la federación también deben tener una forma republicana de gobierno basada en un sistema congresista de acuerdo a lo establecido por sus respectivas constituciones”.

protesta-ibero Para la consecución de sus objetivos y gracias a la democracia, el ejecutivo, uno de los tres poderes que tiene esta nación domina y controla los otros dos, el legislativo y el judicial. Supeditados todos ellos a uno, se convierten como si fueran una Santísima Trinidad, es entonces cuando nuestro presidente evocando a los antiguos emperadores romanos se convierte en Dios y los maneja a todos. La constitución ya no nos ampara dado que han encontrado un método infalible para usarla en su favor, si hay algo que entorpece, se cambia. Primero se manda la propuesta al legislativo, se aprueba por mayoría y se produce una nueva ley o mandato que colme las aspiraciones convenidas. Si hay una reacción por parte de la ciudadanía y se lleva el caso al judicial, este se pierde por lo general en el anonimato. Todos están al lado de Dios, por diferentes motivos.

Hoy los políticos gozan de una total inmunidad a través de su fuero, en una clara demostración de diferencia social y de tratamiento de desigualdad entre ciudadanos. Ellos nos señalan y nos dicen bien a las claras; no somos iguales, aunque vivamos bajo la misma bandera. Las diferencias entre la forma en la que todos ellos viven por formar parte de alguno de los poderes y el resto del país es en una proporción desmedida de más de 50 a 1.

Quizás por eso nuestra democracia por medio de todos estos privilegiados elegidos deciden consensuar salarios que no sirven ni para poder obtener una canasta básica de alimentos. Su forma de vida está lejos de sus votantes, ellos no sufren el día a día, cobran de nuestros impuestos pero son incapaces de pagarlos, remiten a los trabajadores al Seguro Social, pero para todos ellos hay seguros de gastos médicos, mandan a los habitantes en servicios públicos de mala calidad, mientras utilizan sus viáticos en tarifas de primera clase. La ciudadanía debe comer en chiringuitos sin higiene o en puestos de comida rápida con presupuestos de 30 a 50 pesos, mientras escogen donde comer en los mejores restaurantes con consumos de más de 1000 pesos por persona, así podríamos ir desgranando diferencias en las que se nos demuestra que somos muy diferentes y eso sin mencionar el trato de la justicia para cada quien o la intervención de los Derechos Humanos, hoy más preocupados por defender malhechores, incluidos los de cuello alto que a los verdaderos oprimidos o inocentes. No solo por la constitución sino por la ley misma que los ignora al no tener recursos para su defensa.

hoyla-mex-convocan-manifestaciones-contra-la-corrupcion-en-todas-las-ciudades-de-mexico-20151012 Al final la pregunta es clara: ¿Gozamos de una auténtica democracia?

En la Constitución Política de México en su artículo 3, se menciona: “…considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo” Estas simples palabras nos generan tantas dudas en su comparación, sobre todo teniendo en cuenta la situación actual, que sentimos está fuera de contexto. En pocas palabras, han hecho de la democracia una palabra conducida por la acción de personajes de dudosa credibilidad para hacerla efectiva según su propósito fundamental, según nuestra Constitución, para degenerarla y degradarla a su mínima expresión violándola por medio de leyes propiciadas con la idea de hacer uso de ella según sus propios intereses.

Hoy no gozamos de una democracia real, la verdad es que solo la separación de los poderes, con acciones unilaterales y responsables de acuerdo al puesto que ocupan por elección democrática en donde haya trasparencia total e integridad por parte de cada uno de ellos, sin incidencias, ni influencias partidistas por conveniencia o intereses, nos podría aportar ciertas esperanzas para recuperar el poder que pertenece al pueblo, elegido por el pueblo, con la obligación de servir al pueblo.

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